Observó en la distancia. Pequeñas motas de una luz blanquecina, se movían incesantes por la pared, jugando con las sombras del salón y dibujando extrañas figuras en derredor. Cerró el grifo de la ducha y escuchó escondido detrás de la cortina. El agua se escapó discretamente por el sumidero. Todo quedó nuevamente en silencio. El continuo sibilar del aire había enmudecido. Tan solo, un suave siseo se deslizaba desde el salón, colándose en el baño a través del pasillo. Durante unos instantes, aquel molesto sonido retumbó en sus oídos.

Extendió el brazo hasta alcanzar la toalla y la anudó en torno a su cintura. Salió de la ducha y dio unos pasos hasta llegar a la puerta. Ante él se extendía el pasillo, tenuemente iluminado por el incesante bailar de aquella brillante luz. Giró la cabeza a la izquierda, hasta alcanzar con su vista los dormitorios. No vio nada allí.

Caminó lentamente fuera del baño. Aquel pasillo jamás le había parecido tan largo. La luz se hacía cada vez más intensa. Sus pupilas se cerraron y no tuvo más remedio que entornar los ojos. El sinuoso siseo rebotaba en las paredes del pasillo, tornándose en un zumbido monótono e insoportable que le atravesaba el cerebro. ¿Qué estaba pasando? ¿Cuánto le quedaba para llegar al salón? Dos pasos más, si, tan solo dos pasos… Ya no lo soportaba más. Llevó sus manos a los oídos y entrecerró aún más sus ojos. Un paso más…

De repente, se hizo el silencio. La extraña y brillante luz fue absorbida por la oscuridad del salón. Allí estaba él, de pie, junto al quicio de la puerta, apretando las manos contra sus oídos, mientras sus pupilas, lentamente intentaban acostumbrarse de nuevo a la oscuridad. Extrañado, miró en derredor. Volvió a escuchar el silbido del aire colándose por las rendijas del ventanal del salón, que crujió con el sonido de un trueno. Había empezado a llover de nuevo. En la lejanía, sobre el mar, los relámpagos se asomaban entre las negras nubes.

Durante unos instantes, permaneció inmóvil, incapaz de pensar, de reaccionar. ¿Qué había sucedido en realidad? ¿Qué había sido todo aquello? Decidió entonces volver a la ducha, pero antes encendería la pequeña lámpara que descansaba junto al teléfono. El salón se inundó de luz. Antes de salir de la habitación, echó una última ojeada a su alrededor: todo estaba en orden. ¿Todo? No, todo no. Algo extraño pasaba al otro lado de aquel enorme ventanal, que volvió a vibrar con el sonido de otro trueno...

Safe Creative #1304224989646