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domingo, 22 de enero de 2012

Dentro del Laberinto

domingo, 22 de enero de 2012

Laberinto: (del lat. labyrinthus, y este del gr. λαβύρινθος) Dícese del lugar formado por calles y encrucijadas, para confundir a quien se adentre en él, de modo que no pueda acertar con la salida.

Es difícil acordarse de todo cuanto vives. Algunos recordamos momentos, pequeños detalles, olores, colores… Supongo que, como muchos de vosotros, aún guardo recuerdos de mi niñez. Recuerdo las frías tardes de diciembre, el suelo mojado, el olor al carbón que empieza prender en los braseros, posados en los zaguanes. Recuerdo el olor de las chimeneas, de la tierra mojada, de la nieve… El aire batiendo las ramas del ciruelo inglés que había junto a la ventana de mi habitación. Aquellas noches de tormenta en que los rayos iluminaban el largo pasillo que llevaba al cuarto de juegos. Cuando todos dejaban sus puertas abiertas, sin temor a nada. Días en que no existía el miedo y podías pasar horas jugando por las calles del pueblo, o ir de excursión campo a través, usando cañas como bastones. Cuántos recuerdos en aquella montaña perdida.

Ahora que pasado tanto tiempo, la nostalgia me ha empujado a buscar en un laberinto de recuerdos. He desenterrado mi viejo Spectrum y he vuelto a jugar al Pac-Man, al Abu Simbel, a Batman… Escucho Alaska, Mecano, Celtas Cortos, El último de la Fila… He vuelto a leer cómics de Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, Super López… ¡He dibujado otra vez!  He desempolvado mi VHS y He-Man, Mazinger, La Familia Monster, e infinidad de películas de aquella década, han vuelto a formar parte de mi vida.

Ha sido así como he encontrado Labyrinth, una película del ya fallecido Jim Henson, padre de The Muppets. Al volver a verla, me ha sorprendido cómo en aquellos años en los que aún la tecnología no gobernaba las producciones cinematográficas, podían conseguirse productos tan logrados, en lo que a efectos especiales se refiere. La historia, de Terry Jones, no es más que un cuento infantil que nos traslada a un mundo de fantasía, lleno de goblins, enanos, monstruos, robots, piedras que tienen vida propia, y un malvado rey con el rostro del camaleónico David Bowie. Influenciados por historias como Alicia en el Pais de las Maravillas, ó El Mago de Oz, Henson lleva a Sarah, protagonista de la historia a la que da vida una jovencísima Jennifer Connelly, a un siniestro laberinto lleno de innumerables trampas y juegos de lógica, que deberá sortear si quiere salvar a su hermano Toby.

Aunque la gran mayoría de los efectos son prácticos, es decir, realizados en el momento de la filmación, la película se inicia con uno de los primeros personajes digitales de la historia: un búho. Esta breve secuencia de animación hizo ganar a sus creadores el premio NCGA Best Computer Animation del año 86. Co-producida por George Lucas, el complejo rodaje de esta película se llevó a cabo en los enormes estudios Elmstreet, de Inglaterra. La creación de las criaturas se inició un año antes del comienzo del rodaje. No solo era necesario conocer cómo iban a ser físicamente, sino qué mecanismo se emplearía para hacer realidad cada uno de los fantásticos personajes del film.

 
Tras el diseño, comenzaba el proceso de creación. Desde simples marionetas, pasando por aparatosos disfraces, hasta complejos personajes animatrónicos, supusieron un hándicap para esta difícil producción. Uno de los personajes más complejos, tanto a nivel interpretativo como técnico, es Hoggle, a quien dió vida Shari Weiser. El enano que se hace amigo de la protagonista estaba diseñado como un disfraz, complementado con unas enormes manos de espuma de látex y una cabeza animatrónica, con multitud de dispositivos electrónicos para el movimiento de párpados, ojos, cejas, boca, etc., accionados por cinco marionetistas.


A todo esto hay que sumarle los inmensos y ambiciosos decorados que debían ser construidos, especialmente la compleja estructura basada en una litografía del artista alemán Escher. El túnel que conduce al olvidadero, se construyó una estructura de 12 metros de altura, para la que fueron necesarias más de un centenar de pares de manos de espuma de látex, accionadas por cien marionetistas. Aunque la ciudad goblin requirió todo el espacio posible en uno de los estudios, el mayor reto fue construir un bosque para el que fueron necesarios 120 camiones de ramas, 1200 paneles de césped, 380 kilos de hojas secas, 133 sacos de líquenes y 35 de musgo. Por supuesto, nada comparable con los sets de films más actuales, como El Señor de los Anillos, pero realmente impresionantes para una producción de mediados de la década de los 80.


En las tiendas especializadas podemos encontrar la versión en DVD y Bluray de esta película, con contenidos extra bastante interesantes, especialmente un documental en el que se explica el proceso de creación de la película. Precisamente, para los más impacientes y curiosos, dicho documental podemos encontrarlo también en Youtube.


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