lunes, 25 de febrero de 2019

The Defenders I

lunes, 25 de febrero de 2019
Aunque el universo seriéfilo de Marvel es bastante amplio, reconozco no haberme enganchado hasta conocer a la señorita Peggy Carter. La pareja formada por los actores Hayley Atwell y James D'Arcy, unida a una estupenda ambientación que nos llevaba a finales de la década de los cuarenta, funcionó bastante durante durante dos temporadas, aunque fue la primera de ellas la que le aportó los mejores resultados en cuanto a audiencia.

Efectivamente, ambas temporadas fueron un tanto desiguales y, si la primera misión de la agente Carter contaba con un argumento y ambientación bastante sobria, propio de cine negro, la segunda temporada nos lleva a la época dorada de un Hollywood pre-nuclear, con una trama cogida con pinzas.

Tras decir adiós a Peggy Carter, Marvel estrenó, la verdad es que sin mucho éxito (5.1 en IMDB y 4.6 en Rotten Tomatoes), Inhumans. La aventura de Rayo negro y su familia escapando a Hawaii desde su hogar en la luna no consiguió engancharme lo suficiente; hasta el punto de que, a día de hoy, aún no he conseguido terminar de ver los ocho capítulos que componen esta serie.
Quizá condicionado por la decepción de Inhumans y la película protagonizada por Ben Affleck y Jennifer Garner, de la que no guardo grato recuerdo, no conseguí superar el largo y lento metraje del primer capítulo de Daredevil. Sin embargo, algo dentro de mí me decía que debía darle una nueva oportunidad, así que me lancé a ver un capítulo más y, si no me enganchaba, la abandonaría definitivamente. Obviamente no fue así.

Además de la profundidad que, poco a poco iban tomando los personajes, y ese argumento con tintes propios del cine noir, lo que acabó de convencerme fue la pelea final del segundo capítulo. Un auténtico *our de force, rodado en un solo plano, y donde Matt Murdock, interpretado por Charlie Cox, reparte estopa a diestro y siniestro en un estrecho pasillo.

Daredevil se centra en los personajes, las relaciones entre ellos y su evolución, dejando en un segundo plano al superhéroe de antifaz y capa, para dibujarnos a un hombre de carne y hueso que personifica a la justicia de ojos vendados, intentando proteger siempre al más débil en la ciudad que lo vio nacer. El espectador acompaña a Matt Murdock a través de un mundo de oscuridad, con una ambientación en la que destacan los claroscuros, levemente tintados de rojo, que ayudan a desnudar  al héroe y lo convierten en un mortal más. Junto a él, Foggy Nelson y Karen Page, se enfrentarán a Kingpin, un villano magistralmente interpretado por el actor Vincent D'Onofrio.
Entre esta y la segunda temporada de Daredevil, se incorporó al universo seriéfilo de Marvel la detective Jessica Jones que, en su enfrentamiento con el villano de turno, tendrá que confrontar su pasado y recomponer su vida. Amén de unos estupendos secundarios, descubrimos en esta temporada a Kilgrave, un escalofriante villano, al que da vida David Tennat, capaz de erizarte el pelo del cogote con su interpretación. Krysten Ritter, por su parte, construye un personaje que, conseguirá cerrar las heridas del pasado enfrentándose al ahora. 

La complejidad de los personajes, sumada a una trama sobria y perfectamente hilvanada, ha hecho a Jessica Jones merecedora del prestigioso premio Peabody, considerado uno de los más prestrigiosos galardones en el ámbito del entretenimiento. Hasta la fecha, y junto a Daredevil, es una de las favoritas del público y, proqué no decirlo, también de un servidor.

Aunque le cuesta arrancar un poco más que a su predecesora, consigue llevar al espectador hasta un último y trepidante episodio. Confieso que los 13 capítulos de Jessica Jones me dejaron exhausto y preferí dar una oportunidad a otras series, antes que acabar saturado de superhéroes.

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jueves, 25 de octubre de 2018

Ha pasado medio año...

jueves, 25 de octubre de 2018
Hola Tobi. 

Hace ya seis meses que te marchaste y aún te echamos de menos. Te escribo para contarte que, finalmente no se te ha hecho justicia. Te marchaste cuando aún no habías cumplido los tres años. Aquella mañana de abril, comenzaste a convulsionar y, como no respondías a las dosis de tratamiento, recurrimos a la veterinaria, Teresa... ¿Te acuerdas de ella? Cómo te vas a olvidar, si le tenías un pánico atroz. Jamás consiguió empatizar contigo, e incluso se molestaba y te regañaba (bueno, a mí también) si no te estabas quieto.

Esa vez, Teresa atendió su teléfono de urgencias y, no quiso venir a ayudarte. No, no quiso... Aunque le dijimos que ya te habíamos puesto varias cánulas, nos dijo que te suministrásemos otro diazepam y, si no respondías te llevásemos a una clínica de urgencias... No esperé un segundo, te puse otra dosis, cargué contigo al coche y te llevé rápidamente a Málaga.... pero no llegaste, amigo mío. Era hora de tráfico intenso y treinta kilómetros son muchos kilómetros. 

¿Sabes? Cada día que pasa me reafirmo aún más en la creencia de que no existe la justicia en este mundo. Esta veterinaria, de cuya profesionalidad y humanidad dudo, se escuda en que te atendió telefónicamente, cuando en realidad, según manuales y otros profesionales veterinarios, tendría que haberte suministrado fenobarbital en vena hasta estabilizarte. Y, de haberlo querido, habría podido hacerlo, pues ya lo había hecho antes contigo… La responsabilidad de esta mujer se diluye en el corporativismo, convirtiendo igualmente en responsables a los que excusan tan miserable actitud.

Siento mucho todo lo que pasó, amigo mío. Prometí que jamás dejaría que te pasara nada malo, y no pude cumplirlo. Aún recuerdo tu mirada aquella mañana, tus ojitos marrones, llenos de miedo, pidiendo ayuda. Intenté hacer cuanto pude, pero no fue suficiente. Dicen que la vida pone a cada cual en su sitio; ojalá ella sí imparta justicia, ya que parece que el hombre es incapaz de hacerlo. Así pasen mil años, Tobi, siempre te recordaremos con cariño.

Hasta siempre, amigo mío.
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sábado, 21 de julio de 2018

La Familia Addams: el musical

sábado, 21 de julio de 2018
Aficionado al teatro desde que aprendí a dar mis primeros pasos, ha llovido mucho desde entonces y, aunque hace ya cinco años que bajé el telón y aparqué sine die mi faceta de intéprete y director aficionado, disfruto como un enano cada vez que voy al teatro. También por aquel entonces aparqué este blog, pero hoy siento la necesidad de retomarlo y recordar un proyecto que tuve en mis manos hace ya tiempo.

Corría el año 2011 y la casualidad quiso que pudiese disfrutar de una de las familias más horripilantes del cómic, cine y televisión. En el Lunt-Fontanne Theatre de Broadway, Nathan Lane y Bebe Neuwirth daban vida a Gómez y Morticia Addams en un divertido musical, obra de Andrew Lippa, Marshall Brickman y Rick Elice. Aluciné con la historia, la música y la puesta en escena y, rápidamente me hice con el libreto, con la modesta intención de intentar adaptarlo para llevarlo a las tablas tras el éxito que alcanzamos con la Tienda de los Horores. Quiso el destino que, por diversas cuestiones que no vienen al caso, aquello no prosperara, aunque aún guardo con cariño una muy breve parte de la adaptación que hice en aquellos meses.


Han pasado siete años desde entonces y, cuando supe que el musical de la Familia Addams venía de gira al Teatro Cervantes de Málaga, corrí a comprar mis entradas en cuanto salieron a la venta... Desde diciembre esperando y ayer, por fin pude disfrutar de uno de los musicales más divertidos que he visto jamás.

Dirigida por Esteve Ferrer y adaptada por éste y Silvia Montesinos, la historia nos traslada a algún lugar de Central Park, en Nueva York, donde el macabro clan de los Addams tendrá que enfrentarse a algo para lo que no estaban preparados: la joven Miércoles Addams se ha enamorado y va a casarse con Lucas Beineke, un joven "normal" con una familia "normal"... o quizá no. A partir de este punto, la divertida trama se hilvana inteligentemente con un total de 27 piezas musicales y una puesta en escena que te deja con la boca abierta, sin perder en absoluto la esencia satírica de los personajes creados allá por 1938 por Charles Addams. 


La experiencia va más allá y es que, nada más entrar al teatro casi puede percibirse el maravilloso olor a carne chamuscada en una silla eléctica, entremezclado con lo rancio del moho y podredumbre que respira la magnífica mansión gótica de los Addams y el cementerio que la circunda. Todo ello gracias a un estupendo diseño de iluminación, y a un sinfín de detalles que completan el impresionante decorado que, gracias a la magia del teatro, se mueve y adapta a las necesidades de la obra, trasladando al espectador como por arte de magia a las diferentes estancias de la casa.

Llega el momento. El típico aviso para apagar los móviles y el teatro se sumerge en las tinieblas de la noche. Dedos nos da la bienvenida mientras comienzan a sonar las primeras notas de la partitura cuando, de entre la oscuridad aparece el clan Addams al completo, vivos, muertos... e indecisos. La oscura y enigmática Morticia (Carmen Conesa), l'amour éternel de Gómez (Xavi Mira), junto a sus hijos, la cruel Miércoles (Lydia Fairén), de inexpresivo y tenebroso rostro, que gustará de mortificar al inocente y simplón Pugsley (Alejandro Mesa), pieza clave en la obra ya que, sin querer, una de sus trastadas acaba arreglándolo todo. Completan el clan, el ojeroso y divertido tío Fétido (Frank Capdet), la horripilante y gimnástica abuela (Meritxel Duro) y el macabro Lurch (Javier Canales). Del otro lado, el enamorado de la primogénita Addams, Lucas Beineke (Íñigo Etayo), junto a sus padres, Alice (Julia Möller) y Mal (Andrés Navarro), para los que parece quedar lejos el amor y locura de la juventud. Todos ellos, junto a los ancestros de los Addams, consiguen divertir, sorprender y horrorizar, a partes iguales, al espectador con la premisa de que, en términos de normalidad, lo cotidiano es, en muchas ocasiones, superado por lo extravagante y extraño.

En definitiva, un musical con más de 300 funciones a sus espaldas... ¡Y las que les quedan! Con un reparto, dirección y puesta en escena excepcional, y una adaptación musical fresca, divertida e inolvidable con el que disfrutar y pasar un rato terroríficamente divertido. ¡No te la pierdas!

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viernes, 25 de mayo de 2018

La historia de Tobi

viernes, 25 de mayo de 2018
Hola Tobi.

Hoy hace ya un mes que te fuiste y quiero contar tu historia. Nadie puede imaginar cuánto te echamos de menos en casa… Aún esperamos verte aparecer en cualquier momento, dispuesto a robarnos la zapatilla y corretearnos por toda la casa… pero ya no estás… Ahora estarás en un lugar mejor, con Pluto, jugando, saltando y corriendo… Has sido un fugaz rayo de luz en nuestras vidas, llenando de alegría cada segundo de estos casi tres años… Te quiero Tobi.

¿Recuerdas…? Corría un mes de agosto cuando nos conocimos. Eras tan, tan pequeñito, que entrabas entero en mi mano. Te pusieron en mi regazo y estabas medio dormido, pero entonces abriste esos preciosos ojos castaños, me miraste y empezaste a darme besitos en el cuello y la barbilla. Desde aquel mismo momento, Tobi, pasaste a formar parte de nuestras vidas y prometí protegerte y cuidarte por siempre.

Travieso y juguetón, conseguías derretir cualquier corazón con esa mirada inocente y dulce, pero quiso el destino castigarte con la epilepsia y, a poco de haber cumplido tu primer año, tuviste la primera convulsión. Desde ese instante, jamás te dejamos solo ni un momento. Así pasaron los meses de paseos y juegos, de travesuras, de saltar de sofá en sofá y, sobre todo, de darnos mucho, mucho, mucho amor y alegría...

Entonces, los ataques epilépticos se acortaron en el tiempo y la que por aquel entonces fuera su veterinaria, Teresa Moreno, propietaria del Centro veterinario Pizarra, le prescribió la medicación que empezamos a administrarle religiosamente. Días después volvió a recaer y tuvo tres episodios continuados y, aunque intentamos localizar a Teresa llamándola varias veces a su teléfono de urgencias, jamás obtuvimos respuesta

Ese mismo día, conoció en Málaga a la que sería su nueva veterinaria pero, no había pasado ni un año, cuando la mañana del pasado miércoles 25 de abril tuvo una nueva crisis epiléptica. Tobi dormía en mi cuarto y a las 6.20 de la madrugada lo escuché convulsionar. Rápidamente nos levantamos, le suministramos Diazepam y, como en anteriores ocasiones, Tobi reaccionó positivamente. Comenzó entonces a recorrer la casa… parecía que preveía su oscuro destino y quería despedirse del que, durante dos años y diez meses había sido su hogar.

Efectivamente, poco después empezó a convulsionar. Como no respondía a la medicación, y vista la violencia de las convulsiones, llamamos rápidamente a Teresa Moreno, la que fuera su veterinaria, y en cuya publicidad ofrece un servicio de urgencias localizable. Eran exactamente las 6.45 de la madrugada y, esta vez descolgó el teléfono para decirnos que no nos atendía porque su marido se iba a las 7 a trabajar y no tenía con quién dejar a los niños, y… “Además...” - añadió - “...hace ya mucho tiempo que no veo a Tobi, ni sé nada de él, si está medicado o no, qué está tomando, etc… Ponedle otro Diazepam y, si no responde llevadlo a un hospital de urgencias a Málaga.” - y colgó. Nunca más supimos de ella.

Si señores, esta es la falta de ética, de moral y de humanidad de una “profesional” de la veterinaria que, con su falta de auxilio, condenó a Tobi a un viaje de 30 kilómetros hacia una muerte angustiosa... 30 kilómetros en los que no dejó de convulsionar hasta que su pequeño corazón se apagó… Bien sabe Dios que intentamos llegar a SOS Animal (Málaga) lo antes posible, pero era la hora que era, y había muchísimo tráfico en carretera. Cuando llegamos, me bajé rápidamente, dejé el coche abierto, cogí a mi pequeño y corrí hacia el hospital veterinario con Tobi agonizando en mis brazos… Nos estaban esperando y acudieron rápidamente para intentar salvarlo… para salvar una vida, la vida de mi Tobi… pero, no fue posible. Aunque hicieron todo cuanto pudieron, su pequeño corazón no aguantó el envite de ese estado convulsivo…

Tobi nos ha dejado, cuando aún era demasiado pronto… No pude estar a tu lado en esos últimos momentos, acariciándote, diciéndote que todo iba a ir a bien... No pude despedirme de tí, darte un abrazo... y, aunque no puedo borrar de mi mente aquellos angustiosos momentos, intento aferrarme a los recuerdos del tiempo que pasamos juntos durante esos dos maravillosos años… Ahora la casa vuelve a estar en silencio: sin ladridos, sin travesuras, sin juegos… sin tus besos… sin tí, Tobi.

Esta es la historia de Tobi, un perrito inocente que no alcanzaba los tres años de edad, cuya vida terminó injustamente antes de tiempo... espero que, ante cualquier emergencia, si les coge el teléfono, sus mascotas tengan más suerte que Tobi...



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lunes, 13 de julio de 2015

a Pluto

lunes, 13 de julio de 2015
Hola Pluto.

Han pasado ya unos días, pero aún no he conseguido reunir la fuerza suficiente para no llorar cada mañana, cuando me levanto y veo que ya no estás. La casa está vacía, sin la alegría que desprendías, y cada rincón y momento del día me recuerda a ti. Aun creo escuchar tu bufido por debajo de la puerta del dormitorio, cuando por la mañana me pedías que te abriera la puerta para saltar sobre mi cama y quedarte ahí conmigo. O cuando salíamos a la calle a dar tu paseo... O la manera en que levantabas la pata para que te rascase el pecho... O cómo te gustaba dormir bajo las cortinas y tu mantita… O cómo te gustaba jugar a la pelota o revolcarte en la arena o ir al río o jugar con los aspersores o con tus juguetes o subirte al coche o corretear por la casa o robarme la zapatilla y esconderte debajo de la cama, hasta que te hiciste algo mayor y te quedaste encajado, porque el culete ya no te entraba bajo la cama... Cuando te tumbabas conmigo a dormir la siesta o a que te leyese uno de mis libros... Y luego, por la noche, venias a pedirnos que te acostáramos y allá íbamos todos, tú te tumbabas en tu camita y nosotros te arropábamos... A veces nos despertabas con tus sonoros ronquidos o, simplemente cuando te levantabas y escuchábamos tus patitas sobre el suelo. Pero lo mejor de todo, era ver tus ojitos, esos ojos marrones que parecían estar pintados, como decía la abuela.... ¿te acuerdas...? A sus pies te gustaba tumbarte al sol cuando aún eras un cachorrito. Te echo de menos cuando me despierto y no te veo junto a la cama. Te echo de menos cuando desayuno y ya no puedo darte el trozo de magdalena. Te echo de menos cuando regreso a casa y no vienes a saludarme. Te echo de menos cuando almuerzo, porque no tengo a mi lado mirándome fijamente y esperando paciente a que te de tu trozo de queso. Te echo de menos durante la siesta, porque no estás tumbado conmigo. Te echo de menos cuando me visto para salir y tu no estas esperando al pie de la escalera. Te echo de menos en el coche, porque ya no te veo tras la reja, mirando por la ventana. Te echo de menos cuando te acurrucabas sobre mis pies en el sofá. Te echo de menos en la calle, en el parque, allá por donde voy, porque ya no estás.

Parece que fue ayer cuando nos conocimos. Apenas tenias unos días cuando papá y mamá te trajeron casa. Ese día llegué tarde de Málaga, deseando conocerte y, cuando abrí la puerta, allí estabas tú, una pequeña y preciosa bolita de pelo blanco, de panza sonrosada y con los ojos mas bonitos que había visto jamás; un glotoncete juguetón y muy, pero que muy cariñoso. Te saludé y respondiste moviendo la colita, para después salir corriendo hacia tu cunita y acurrucarte en tu mantita azul. Ahí empezó todo. Una amistad que el destino no ha querido que dure más de once años. Once maravillosos años (los mejores de mi vida) en los que has sido el mejor amigo que he tenido jamás, y un compañero inseparable. Has estado a nuestro lado en los buenos y malos momentos... Cuando Maruja se fue al cielo, cuando mamá y papá estuvieron malitos y durante el medio año que estuve de baja por mi enfermedad, que no te separaste ni un solo minuto de mí. Pero el tiempo pasa inexorable y no perdona... Hace poco menos de un año empezó a fallarte la patita; poco a poco fuiste perdiendo movilidad y, aunque en los últimos meses apenas podías andar, sacabas fuerzas de donde no las había (porque siempre has sido un campeón) para demostrarnos lo valiente y luchador que eras y, pese a todo, nos mostrabas siempre tu alegría y agradecimiento moviendo la colita y dedicándonos una de esas profundas e inocentes miradas... siempre cuando estábamos junto a ti, porque, ni papá, ni mamá, ni yo, hemos querido dejarte solo ni un minuto en todo este tiempo. No obstante, el maldito destino nos obligó, con todo el peso de nuestro corazón, a dejarte marchar y descansar de los dolores que cada vez más invadían tu pequeño cuerpo.

Ahora, tumbado en el sofá, extiendo mi mano buscándote para acariciarte y no te encuentro... Y quiero irme y salir y no volver a casa porque tú no estás. Quiero que sepas que aquí todos te echamos de menos, hasta tu amigo Pepón, pero para mí... para mí está siendo especialmente difícil, porque ya no está mi amigo, mi compañero, mi bebé... Has dejado un vacío muy, muy grande en mí, pero no quiero que te preocupes, lo superaré porque se que ahora estás en un lugar mejor, sin dolores ni sufrimiento, lejos de los cohetes que tanto miedo te daban, corriendo por un inmenso prado verde y jugando con tu primo Ter y tu amigo Simba y, quizá, también tumbado de nuevo a los pies de Maruja, tomando el sol y cuidando de papá, de mamá y de mí, que algún día nos reuniremos de nuevo contigo. Antes de despedirme, quiero darte las gracias por haber formado parte de mi vida, por haberme dado todo lo que me has dado y siempre de forma incondicional; por haber sido un gran amigo y compañero, cariñoso, obediente, fiel y leal... Has sido un ángel que un día entró en nuestras vidas y tocó nuestras almas. Gracias siempre Pluto. Jamás te olvidaré.

Te quiero. 




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viernes, 29 de mayo de 2015

Carnaval

viernes, 29 de mayo de 2015
¡Qué rápido han pasado estos tres meses! Después de 19 años, regresó DE 9 A 10, un magazine de música y entretenimiento, que cada viernes dirijo y presento en Radio Pizarra. Parece que fue ayer cuando, después de casi 20 años, volví a sentarme ante un micrófono y lancé a las ondas el jingle de comienzo del programa. Pero el tiempo vuela y ya estamos a las puertas del verano, así que, después de estas semanas en vuestra compañía, he llegado el momento de echar el cierre por vacaciones. Ahora toca disfrutar de las noches de verano, sentados al fresco en una terraza, en buena compañía, junto al mar y viendo brillar la luna sobre el horizonte. Tumbarse largas horas en la playa, disfrutando del rumor de las olas, mientras te sumerges en la lectura de ese libro que te transporta a una emocionante aventura. Viajar a ciudades exóticas, conocer a sus gentes y participar de su cultura. En resumen, disfrutar a tope de todas las actividades que pasen por tu mente, disfrutar de tu tiempo libre, de la familia y amigos… Y qué mejor que despedirnos y empezar las vacaciones con algo fresquito que nos empuje a bailar, bien, bien cerca de nuestra pareja, agarrados y viviendo el calor de una noche estival de Carnaval, rodeado de gentes, de luz y color, y al ritmo de esta canción… al ritmo de Maluma.
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viernes, 22 de mayo de 2015

Juegos de amor

viernes, 22 de mayo de 2015
Cae la noche… una suave noche de verano. En el cielo titilan las estrellas, mientras la luna, tímidamente, se asoma por el horizonte resplandeciendo sobre las tranquilas aguas del mar. La ciudad, sin querer dormir, ahoga el bullicio en la música de terrazas y pubs. Más allá, las olas bañan la orilla, mientras los enamorados, recortados sobre las brillantes luces de la ciudad, disfrutan sobre la arena su pasión inmersos en juegos de amor. Y la brisa les envuelve, y la música embota sus sentidos, llevándolos en el tiempo hasta cuando contaban tan solo dieciséis años y se conocieron por primera vez. Acompañados por esta melodía, supieron por primera vez lo que era el amor y ahora, después de tantos años, al escucharla recuerdan aquellos primeros y mágicos momentos. Diego Vasallo comenzó su carrera en solitario por aquel entonces y su primer disco fue Cabaret pop. Tras regresar brevemente con Mikel Erentxun y Duncan Dhu, en 1992 lanza Realidad virtual de Rock’n’roll donde, con un sonido muy de los setenta, mezclando soul y rock, encontramos esos Juegos de amor, un clásico entre los clásicos. 

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viernes, 8 de mayo de 2015

Africanos en Madrid

viernes, 8 de mayo de 2015
Hace dos semanas desde la última vez que nos vimos en este blog. Tras la festividad del día del trabajo, regresamos en una semana, ya algo más calurosa. Ante nosotros se presenta un fin de semana prácticamente veraniego, en el que seguro disfrutaremos del aire libre, de la playa, la familia, los amigos y de buena música. El tema recomendado de esta noche, me retrotrae en el tiempo casi veinte años, recordándome la noche en que tuve la oportunidad de entrevistar a los componentes de esta formación, constituida por la ovetense Cristina del Valle y el vigués Alberto Comesaña, o en tan solo dos palabras: Amistades Peligrosas, un dúo que alcanzó un gran éxito durante los siete años que estuvieron sobre los escenarios. Publicaron su primer álbum en febrero del 91 y lo llamaron Relatos de una intriga; de este LP extraemos el tema de esta noche: Africanos en Madrid. ¡Disfrutad del “finde”!
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