Hola Tobi. 

Hace ya seis meses que te marchaste y aún te echamos de menos. Te escribo para contarte que, finalmente no se te ha hecho justicia. Te marchaste cuando aún no habías cumplido los tres años. Aquella mañana de abril, comenzaste a convulsionar y, como no respondías a las dosis de tratamiento, recurrimos a la veterinaria, Teresa... ¿Te acuerdas de ella? Cómo te vas a olvidar, si le tenías un pánico atroz. Jamás consiguió empatizar contigo, e incluso se molestaba y te regañaba (bueno, a mí también) si no te estabas quieto.

Esa vez, Teresa atendió su teléfono de urgencias y, no quiso venir a ayudarte. No, no quiso... Aunque le dijimos que ya te habíamos puesto varias cánulas, nos dijo que te suministrásemos otro diazepam y, si no respondías te llevásemos a una clínica de urgencias... No esperé un segundo, te puse otra dosis, cargué contigo al coche y te llevé rápidamente a Málaga.... pero no llegaste, amigo mío. Era hora de tráfico intenso y treinta kilómetros son muchos kilómetros. 

¿Sabes? Cada día que pasa me reafirmo aún más en la creencia de que no existe la justicia en este mundo. Esta veterinaria, de cuya profesionalidad y humanidad dudo, se escuda en que te atendió telefónicamente, cuando en realidad, según manuales y otros profesionales veterinarios, tendría que haberte suministrado fenobarbital en vena hasta estabilizarte. Y, de haberlo querido, habría podido hacerlo, pues ya lo había hecho antes contigo… La responsabilidad de esta mujer se diluye en el corporativismo, convirtiendo igualmente en responsables a los que excusan tan miserable actitud.

Siento mucho todo lo que pasó, amigo mío. Prometí que jamás dejaría que te pasara nada malo, y no pude cumplirlo. Aún recuerdo tu mirada aquella mañana, tus ojitos marrones, llenos de miedo, pidiendo ayuda. Intenté hacer cuanto pude, pero no fue suficiente. Dicen que la vida pone a cada cual en su sitio; ojalá ella sí imparta justicia, ya que parece que el hombre es incapaz de hacerlo. Así pasen mil años, Tobi, siempre te recordaremos con cariño.

Hasta siempre, amigo mío.