Aunque el universo seriéfilo de Marvel es bastante amplio, reconozco no haberme enganchado hasta conocer a la señorita Peggy Carter. La pareja formada por los actores Hayley Atwell y James D'Arcy, unida a una estupenda ambientación que nos llevaba a finales de la década de los cuarenta, funcionó bastante durante durante dos temporadas, aunque fue la primera de ellas la que le aportó los mejores resultados en cuanto a audiencia.

Efectivamente, ambas temporadas fueron un tanto desiguales y, si la primera misión de la agente Carter contaba con un argumento y ambientación bastante sobria, propio de cine negro, la segunda temporada nos lleva a la época dorada de un Hollywood pre-nuclear, con una trama cogida con pinzas.

Tras decir adiós a Peggy Carter, Marvel estrenó, la verdad es que sin mucho éxito (5.1 en IMDB y 4.6 en Rotten Tomatoes), Inhumans. La aventura de Rayo negro y su familia escapando a Hawaii desde su hogar en la luna no consiguió engancharme lo suficiente; hasta el punto de que, a día de hoy, aún no he conseguido terminar de ver los ocho capítulos que componen esta serie.
Quizá condicionado por la decepción de Inhumans y la película protagonizada por Ben Affleck y Jennifer Garner, de la que no guardo grato recuerdo, no conseguí superar el largo y lento metraje del primer capítulo de Daredevil. Sin embargo, algo dentro de mí me decía que debía darle una nueva oportunidad, así que me lancé a ver un capítulo más y, si no me enganchaba, la abandonaría definitivamente. Obviamente no fue así.

Además de la profundidad que, poco a poco iban tomando los personajes, y ese argumento con tintes propios del cine noir, lo que acabó de convencerme fue la pelea final del segundo capítulo. Un auténtico *our de force, rodado en un solo plano, y donde Matt Murdock, interpretado por Charlie Cox, reparte estopa a diestro y siniestro en un estrecho pasillo.

Daredevil se centra en los personajes, las relaciones entre ellos y su evolución, dejando en un segundo plano al superhéroe de antifaz y capa, para dibujarnos a un hombre de carne y hueso que personifica a la justicia de ojos vendados, intentando proteger siempre al más débil en la ciudad que lo vio nacer. El espectador acompaña a Matt Murdock a través de un mundo de oscuridad, con una ambientación en la que destacan los claroscuros, levemente tintados de rojo, que ayudan a desnudar  al héroe y lo convierten en un mortal más. Junto a él, Foggy Nelson y Karen Page, se enfrentarán a Kingpin, un villano magistralmente interpretado por el actor Vincent D'Onofrio.
Entre esta y la segunda temporada de Daredevil, se incorporó al universo seriéfilo de Marvel la detective Jessica Jones que, en su enfrentamiento con el villano de turno, tendrá que confrontar su pasado y recomponer su vida. Amén de unos estupendos secundarios, descubrimos en esta temporada a Kilgrave, un escalofriante villano, al que da vida David Tennat, capaz de erizarte el pelo del cogote con su interpretación. Krysten Ritter, por su parte, construye un personaje que, conseguirá cerrar las heridas del pasado enfrentándose al ahora. 

La complejidad de los personajes, sumada a una trama sobria y perfectamente hilvanada, ha hecho a Jessica Jones merecedora del prestigioso premio Peabody, considerado uno de los más prestrigiosos galardones en el ámbito del entretenimiento. Hasta la fecha, y junto a Daredevil, es una de las favoritas del público y, proqué no decirlo, también de un servidor.

Aunque le cuesta arrancar un poco más que a su predecesora, consigue llevar al espectador hasta un último y trepidante episodio. Confieso que los 13 capítulos de Jessica Jones me dejaron exhausto y preferí dar una oportunidad a otras series, antes que acabar saturado de superhéroes.