Entraba ya el sol por las rendijas de la persiana, cuando sonó el despertador esta mañana. Me levanté, y aun desperezándome me acerqué a la ventana. Tengo la suerte de ver cada mañana cómo el sol se levanta en el horizonte, mientras los primeros rayos de sol corretean entre las olas, esquivando el navegar de las barcas que regresan al puerto tras toda una larga noche. 

Es sumamente curioso como una melodía asalta tu mente, sin motivo  aparente. Justo cuando la luz del día me hizo entrecerrar los ojos, regresaron a mi mente las primeras notas de esta canción… “Heaven… I’m in heaven… And my heart beats so that I can hardly speak… When we’re out together dancing cheek to cheek…” Protagonizada por Fred Astaire y Ginger Rogers, Sombrero de Copa nos narra las desventuras de un joven bailarín estadounidense que se traslada a Londres por motivos de trabajo. Allí conocerá de forma accidental a una bella joven, de la que acabará enamorándose. Será entonces cuando empiecen a sonar las primeras notas de esta melodía, mientras ambos se deslizan sobre la pista la de baile con la dulce cadencia de Cheek to Cheek, un clásico del compositor Irving Berling.

Casi ha terminado el día. La luna, tímidamente se asoma entre la bruma. Salgo a la terraza y veo tintinear las luces del puerto. A lo lejos, las barcas sale a alta mar deslizándose sobre el agua; parecen bailar sobre las olas con esa suave cadencia… Y vuelve a mi mente la melodía… Vuelve a sonar en mi cabeza…  

Heaven… I’m in heaven… When we're all together dancing cheek to cheek...” 

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