El rasgueo de una guitarra me lleva atrás en el tiempo, hasta aquellos días de radio en que aún trabajábamos con vinilos y cintas. Descubrí una afición que, durante años, me llevó ante un micrófono, ante un público invisible que escuchaba al otro lado de su receptor. Aquel día recibimos un nuevo vinilo y, durante una de tantas sobremesas, lo coloqué en el plato, ajusté la aguja y lo lancé en antena. Inundó entonces el estudio ese sonido íntimo y de una gran sensibilidad que caracterizaba la música del compositor y cantante madrileño Antonio Vega quien, tras la disolución de Nacha Pop, había iniciado su carrera en solitario. Corría el año de la Expo de Sevilla y, habiendo publicado un primer álbum que llevaba por título No me iré mañana, El sitio de mi recreo se incluía dentro de un recopilatorio homónimo donde encontrábamos temas de su primer disco como solista y algunos de su época con Nacha Pop.